Aprendiz

Mientras me amas, mi mente se pierde en un limbo de dudas, un trillón de preguntas me atormentan…no me puedo concentrar. Tu cara perdida en mis entrañas y en vez de disfrutarte pienso en cuantas otras han disfrutado el placer de tenerte así. No quieras mentirme. Han habido otras porque ya no eres tan brusco como antes, ya no tienes esa desesperación que te hacia torpe, has mejorado. Tu lengua sabe buscar con exactitud la manera de retorcerme…mas no lo disfruto, pues pienso en aquella que te ha enseñado; aquella con la que has practicado hasta dominar este fabuloso arte.

Siento celos de esa que has amado mientras he estado ahí. Me pregunto ¿porque no yo?, ¿que me falta?, ¿cual es la diferencia?, ¿porque no solo mió? Más no obtengo respuesta alguna. Solo siento rabia al descubrir las nuevas destrezas que has aprendido con otros cuerpos. Me sientes pero no estoy, y mi cuerpo en “autopilot” sigue el ritmo de tus caderas, y siento tu sexo golpeándome tan adentro que me impide gritarte que pares, que me estas hiriendo. Me quedo ahí, inmóvil, con la respiración oprimida, hundiendo mis uñas en tu espalda con la esperanza de redimir un poco mi dolor. Mi pierna descansa en tu hombro, y un sin numero de movimientos sincronizados sacan mi cuerpo del trance en que me encuentro, un grito desvergonzado escapa de mi. Mi cuerpo se relaja y en tu cara adivino la satisfacción al saberte un buen amante.

Tu respiración sigue agitada, y tu aliento despide ese penetrante olor a sexo. Sobre mi espalda me detengo a observar techo, me pregunto si es normal el tener estas ganas inmensas de reclamarte el hecho de saber como hacerme sentir.