Monday, January 08, 2007

Loved

Entonces, despacio acaricio mi espalda y me susurro al oído que el momento era perfecto. Sus manos gruesas tornearon mi cintura y un aliento tibio bailo por mi cuello a su merced. Y de pronto una fuerza ancestral ayudo a que los botones de mi blusa de desabrocharan sin ningún problema…mi brassier siguió; sus dedos sobre mi senos inquietaban el resto de mi ser.

Sus labios se desplegaron por mi torso, sabían su destino. Y allá se jactaron de la miel de entrañas y por un momento sentí que no había gravedad. Tan brusco y gentil a la vez.
Una lengua que camina sin permisos y mi piel se eriza ante su agilidad. Esas manos traviesas que parecen estar en todos lugares a la vez, y mi alma me abandona por un instante.

Mis labios desesperados tratan de dibujar un “te amo” en su pecho, y un limbo irreprimible, se conjugan nuestros verbos, se confunde el sudor, el aliento…y de pronto su sexo irrumpió en mi, recordándome lo rico que se siente ser mujer.

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